El Mesías de Handel, un clásico eterno

Por: Manuela E. Aguirre

.Tan solo 24 días demoró el maestro George Frideric Handel en componer una de las pocas obras que, luego de 280 años, se puede seguir considerando como clásico eterno del repertorio sinfónico coral. Estrenada en Dublín en 1742, El Mesías —The Messiah, en su idioma original— es el más popular de los 26 oratorios que conforman una pequeña pero importante parte de su producción musical. Basado en una recopilación de textos de la Biblia del Rey Jacobo y de la Biblia de Coverdale realizada por el mecenas y terrateniente inglés Charles Jennens, quien ya había colaborado antes con Handel en la realización de varios libretos para sus oratorios, esta obra tiene la particularidad de haberse convertido, gracias al tiempo y la tradición, en la producción que advierte el inicio de las festividades navideñas.

Aunque solo la primera parte del oratorio trata sobre el nacimiento de Jesús —la segunda sobre su muerte y la tercera sobre la resurrección— y aunque esta obra fue concebida originalmente para ser estrenada al inicio de la cuaresma, en abril, poco a poco se fue desplazando hacia los inicios de la navidad dada la relación temática del oratorio con los tres eventos más importantes de la vida de Jesús. Aunque, para inicios del siglo XX, El Mesías era un programa esperado por públicos alrededor del mundo como parte del repertorio de inicio de año, poco a poco y hacia la década de 1960 se fue iniciando la tradición de repetir el oratorio como parte del inicio de la navidad gracias al espíritu glorioso, festivo y reflexivo de su música.

Luego de la muerte del compositor, se fueron creando adaptaciones para coros mucho más grandes y para orquestas sinfónicas numerosas donde, Incluso, el compositor salzburgués Wolfgang Amadeus Mozart realizó una reorquestación de la obra —Der Messias— en 1789, adaptada al gusto y estilo del público vienés. Este arreglo también fue, en parte, una de las razones por las cuales El Mesías se comenzó a asumir como parte del canon occidental musical. Una segunda razón por la cual esta obra es tan popular se encuentra en la leyenda que acompaña el coro Aleluya de la segunda parte del oratorio. Aunque es una anécdota que no se puede comprobar del todo, pues no hay evidencia real de que el Rey Jorge II haya asistido a una de las representaciones de El Mesías, cuenta la leyenda que el rey se encontraba presente en una de las noches de su estreno, y que, al escuchar el coro del Aleluya, se puso de pie. El protocolo de esa época indicaba que cuando el rey se levantaba nadie podía estar sentado, y por tanto, todo el teatro le siguió, levantándose a la par. Algunas fuentes indican que el Rey Jorge II se levantó por las emociones que le suscitaron la pieza, otras, porque creyó que era un himno militar, pero, desde entonces, y siempre que El Mesías se representa, es tradición que el público se levante en ese momento.

En Colombia hemos tenido la oportunidad de escucharlo cada año casi sin interrupción. En 2018, bajo la batuta del maestro Felipe Aguirre en el Teatro Colón junto a la Sinfónica Nacional y el Coro de la Ópera de Colombia. En 2019, interpretado por el Dunedin Consort, ensamble escocés de música barroca, en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. En 2020, bajo las estrictas restricciones de aislamiento debido a la pandemia, igual tuvimos la oportunidad de escucharlo en plataformas como Del Teatro a la Pantalla, las cuales pusieron a disposición de todo Latinoamérica las representaciones de varias obras —entre ellas, El Mesías— interpretadas en el Teatro Bicentenario de San Juan. En 2021, volviendo a la presencialidad, tuvimos la oportunidad de escucharlo en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo como cierre del Festival Bogotá es Barroco, bajo la batuta de Wolfgang Kaschner y la Lautten Compagney Berlin. Finalmente, este 2022, tendremos la maravillosa suerte de presenciarlo en el Teatro CAFAM con la Orquesta Sinfónica de Bogotá y el Coro FOSBO bajo la batuta de María José Villamil. Y es que, aparte de la tradición y la costumbre, hay un elemento importante de este oratorio que nos hace volver a él año tras año. Hay, de hecho, una fuerte sensación de unión y colectividad que nace de una obra de un compositor alemán radicado en Londres y escribiendo para la audiencia dublinés. Sobre todo, si luego añadimos las distintas nacionalidades de los solistas originales y la manera en que este conjunto de personas se unen para cantar en colectivo. Y es que no son solo los coros profesionales: año tras año hasta nuestros días, los coros de aficionados y las sociedades corales de jóvenes y niños también se reúnen con sus propias partituras para cantar este oratorio, reencontrándose con la música una vez más.

Es quizá aún más interesante esta idea de la colectividad en El Mesías cuando nos damos cuenta de que este oratorio, a diferencia del resto de Handel, no tiene personajes ni voces subjetivas dentro del texto. Es una recopilación de textos bíblicos, hechos y frases perentorias que no tienen sino una sola voz, constante y anónima. Pero el anonimato también es poderoso, pues implica, al tiempo, una cierta colectividad. Así, la soprano que canta “I know that my Redeemer liveth” —Yo sé que mi Redentor vive— no es una sola voz, ni una sola mujer. Podría ser la voz de cualquiera, y, a su vez, la voz de todos que, año tras año, vuelve con su familiaridad a los escenarios para dar inicio a una de las épocas que, para muchos, implica, la reflexión, celebración y agradecimiento de la vida en conjunto.

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