El mecenazgo: genial ejemplo de mutualismo cultural

Por: Manuela E. Aguirre

Si un mecenas le compra a un artista que necesita dinero (necesita dinero para comprar herramientas, tiempo, comida), el mecenas se iguala entonces al artista; introduce arte en el mundo; crea.

-Ezra Pound

Las profundidades del océano indo-pacífico son el hogar de una de las relaciones más cautivantes entre individuos de distintas especies del mundo animal. Mientras los depredadores se comen a sus presas —como el león se come a la cebra—, y los comensales e inquilinos se aprovechan de sus huéspedes —como los balanos viven de las ballenas—, el pez payaso y la anémona de mar tienen la interesante suerte de beneficiarse el uno del otro de manera casi equitativa en una relación que la biología ha denominado mutualismo: la anémona protege al pez payaso de los depredadores con sus dardos venenosos mientras que el pez payaso protege a la anémona de otras especies que se alimentan de ella. Ahora bien, si tuviésemos que extraer esta simbiosis para aterrizarla como concepto en algún espacio de las ciencias humanas, como se suele hacer de vez en cuando, no encontraríamos una mejor relación que la forma en que se ha comportado el mecenazgo de las artes a lo largo de los años. Dos funciones sociales, el patrocinador y el artista, que conviven y se benefician mutuamente. 

Cayo Mecenas

La palabra mecenas se deriva, en realidad, del nombre de uno de los primeros patrones de las artes. Cayo Mecenas fue un noble romano de origen etrusco, cercano confidente de Augusto, primer emperador romano, quien vivió entre el año 70 y el 8 a.C. Su dedicación a las artes y al apoyo de poetas como Virgilio y Horacio lo convirtió en una figura elemental para la producción literaria grecorromana de la época. A cambio del apoyo económico y moral que pudo haber otorgado Mecenas a Virgilio, este le dedicó sus “Geórgicas”. Horacio, a quien Mecenas conoció tiempo después a través de Virgilio, recibió un apoyo financiero completo y, adicional a esto, un estado para vivir en las montañas Sabinas. A cambio, Horacio se convirtió en el poeta lírico más importante del primer imperio romano. 

Cayo Mecenas, pintado por C. F. Jalabert.

Sin embargo, fue el Renacimiento el periodo de la historia que vio florecer al mecenazgo como la institución que conocemos hoy en día. Familias como los Médici se convirtieron en patrones y protectores por generaciones de los artistas y pensadores más importantes de Florencia. De esta manera, la protección y la vinculación con las artes se normalizó a tal punto que las ciudades italianas competían, —junto al papado y el resto de la monarquía europea— por relacionar sus nombres y sus títulos con la obra de los artistas que protegían, y aunque la relación que existía entre patrón y artista se basaba en un interés de moneda social a cambio de estabilidad económica, no solo sucedía que el patrón decidía sobre la temática y formulación de las obras, involucrándose personalmente en el proceso creativo, sino que el resultado de esta relación, más allá del beneficio social o económico, era el del nacimiento de una obra completamente nueva, de inmenso valor para la historia. 

En la música

Hay múltiples ejemplos a lo largo de la historia de la música sobre este tipo de relaciones. Tanto Mozart como Beethoven y Haydn tuvieron un mecenas en común, melómano y aficionado a la música: el Barón Gottfried van Swieten, a quien debemos agradecer nada más y nada menos que el “Rapto del serrallo”, singspiel comisionado gracias a sus conexiones. Era de conocimiento popular que el Barón apoyaba económicamente a los tres músicos con generosas propinas, y que los acompañó durante una larga parte de sus carreras profesionales.

Barón Gottfried van Swieten

Barón Gottfried van Swieten, tomado de artsandculture.google.com

Haydn tuvo otros patrones a lo largo de su vida además del Barón. La figura más prominente fue la aristocrática familia húngara Esterházy, primero bajo el príncipe Paul Anton Esterházy y luego por su sucesor Nikolaus Esterházy, la cual lo contrató durante gran parte de su vida como músico de su corte. De esta manera, Haydn debía dirigir la orquesta, componer la música para cada ocasión, interpretar música de cámara y organizar el montaje de algunas óperas semanales. Gracias a esta relación de casi treinta años, la cual implicaba una gran carga laboral y creativa, Haydn tuvo la oportunidad de desarrollar la mayoría de su trabajo como compositor.

Nadezhda von Meck

Nadezhda von Meck, imagen tomada de wikimedia.org

Tchaikovsky, otro compositor afortunado, tuvo la suerte de contar con la ayuda de  Nadezhda von Meck: aristócrata, mecenas y empresaria rusa. Von Meck mantuvo económicamente a Tchaikovsky durante catorce años consecutivos, otorgándole una cuantiosa fortuna anual que superaba por mucho los ingresos de oficiales del gobierno de la época. Solo había una condición para esta ayuda: nunca, en ningún momento, Von Meck y Tchaikovsky debían conocerse, pues Von Meck temía que esto pudiese hacerla desilusionar sobre el compositor. En 1878, luego de poco tiempo de haber llegado Von Meck a su vida, Tchaikovsky le dedicó su “Sinfonía número 4 en fa menor”, y, teniendo en cuenta que las dedicatorias de obras en la Rusia de la época implicaban una relación de colaboración artística, bien se podría decir que con este gesto el compositor estaba nombrando a Von Meck igual responsable de la creación de la obra. 

El mecenas contemporáneo

Hoy en día la figura del mecenas ha ido evolucionando debido a los cambios en la forma en que se consumen las artes y el medio a través se hace posible este intercambio. Primero, con la figura del patrocinio estatal y el patrocinio empresarial, donde los patrocinadores ofrecen aportar una cierta cantidad de recursos a un proyecto o una causa relacionada con valores o características que la empresa desea apoyar, a cambio de relacionar el proyecto con su marca. De esta manera, entidades culturales, artistas, deportistas y demás tienen una forma de conseguir el apoyo económico necesario para desarrollar sus propósitos en una relación de mutuo beneficio, generando, incluso, publicidad interesante para el patrocinador, que se integra de manera más orgánica a la vida de sus consumidores. Y a pesar de que este tipo de relaciones puedan llegar a ser problemáticas, pues, indiscutiblemente existe un fuerte interés económico y de marketing detrás de cada una de estas afiliaciones que puede implicar una visión oportunista sobre la carrera de otros, también puede funcionar cuando se aplica correctamente, como un recurso y una oportunidad importante para quienes están siendo patrocinados. 

 

Así mismo, y de un tiempo para acá, plataformas como Patreon, GoFundMe e Indiegogo se han convertido en un medio digital de apoyo económico para diseñadores, músicos, artistas visuales, desarrolladores, creadores de contenido, escritores y demás. Este tipo de patrocinios del siglo XXI es una de las herramientas más poderosas con las que puede contar un artista en nuestros días, pues se construye a partir del apoyo colectivo y equitativo que implica, en ciertos casos, una mayor libertad de expresión para el artista, y oportunidades de colaboración más asequibles para los mecenas modernos. Y es que, a pesar de que las formas de mecenazgo antiguas no se han conservado en su totalidad, la relación y las implicaciones que tiene un donante de financiación colectiva —micromecenazgo, o crowdfunding en inglés— y un mecenas de la Italia renacentista son prácticamente las mismas: ambos son personas, amantes del arte y del trabajo de sus artistas, que, apoyándolos económicamente, participan de la generación de un bien común para la sociedad. Así, aquel mutualismo cultural que poco a poco ha ido creciendo dentro del ecosistema de las artes se conserva y expande hoy en día.  

Referencias y lecturas adicionales:

https://www.classicfm.com/discover-music/latest/great-patrons-music/

https://www.diariodeleon.es/articulo/cultura/nuevos-mecenas-cultura/201208070400011274230.html

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