Por: Nicolás Rueda
Julio Cortázar nos cuenta una versión ficticia del legendario saxofonista Charlie Parker en “El perseguidor”. Decide preludiar su narración con un verso del poeta galés Dylan Thomas. El argentino, ávido conocedor del jazz y de la poesía anglosajona, nos sugiere allí discretamente la profunda relación entre ambas artes. Este mismo lazo entre Parker y Thomas también es notado por Whitney Balliett, quien los califica de hermanos espirituales en un artículo del New Yorker de 1976. En el 2016, casi sesenta años después de la publicación del cuento de Cortázar, un cantautor gana por primera vez el premio nobel de literatura. Su nombre, Bob Dylan, nos recuerda nuevamente al poeta británico. No parecen coincidencia estas referencias al escritor celta. ¿Quién era entonces este sujeto y por qué tantos grandes insisten en relacionarlo con el mundo de la música?
La poesía
Desde la época de Homero, poesía y música han estado estrechamente relacionadas. Aedos, bardos, trovadores y escaldos son algunos ejemplos de los poetas-músicos que han existido a través de la historia de la humanidad. Varias tradiciones musicales contemporáneas son herederas directas de estas antiguas expresiones artísticas. Los corridos mexicanos, por ejemplo, provienen de los romances que se componían y se cantaban en la península ibérica en épocas pasadas. Una diversidad enorme de géneros tiene su origen en los cantos que los esclavos negros hacían en las plantaciones del sur de los Estados Unidos. Igualmente, el vallenato puede contarse dentro de estas artes músico-literarias. Todas estas tradiciones orales han aunado la poesía y la música a través del canto. Dylan Thomas, sin embargo, no compuso canciones; tampoco cantó sus poemas ni los hizo para ser cantados. ¿Cuál es, entonces, esta cualidad musical especial del poeta galés que nos señalan Cortázar y Bob Dylan?
Dylan Thomas
Dylan Thomas nació en 1914 en Swansea. Su herencia celta lo mantuvo en permanente contacto con la tradición oral de las islas británicas y dejó una marca profunda en su obra. Si bien no escribió sus poemas para ser cantados, sí lo hizo para que fueran recitados y escuchados. De hecho, fue conocido en su época como un excelente declamador. El lenguaje y el sonido están intrínsecamente ligados dentro de su obra: sus textos tienen una cualidad rítmica evidente. Ello podría deberse simplemente a la regularidad de y la rima convencional presente en sus versos. No obstante, hay algo en este poeta distinto de Shakespeare, de Coleridge y de Frost; algo notable que salta inmediatamente al leer en voz alta sus poemas; algo quizás difícil de detallar con precisión apenas se evidencia. Este rasgo musical particular de los textos de Thomas acaso puede rastrearse por fuera de la literatura para describirse mejor. Recurramos entonces a unos aedos particulares de la contemporaneidad: los MCs del hip-hop.
Dylan Thomas, tomado de escaramuza.com.uy/
Flow
Un argumento bastante popular para desacreditar el hip-hop como género musical consiste en señalar que el enfoque de sus estrellas, los raperos, es “meramente” rítmico. No hay melodía ni armonía en las canciones de Eminem o de Kanye West, por cuanto —dirían estos críticos— puede afirmarse que lo que ellos hacen no es música. Sin embargo, si aceptamos el flow de estos artistas como una categoría de peso para pensar la musicalidad del estilo, lograremos comprender mejor el aspecto extrañamente musical de la poesía de Dylan Thomas. Un artículo escrito por Kyle Adams para la revista MTO describe rigurosamente el flow y su evolución comparando los estilos de diferentes MCs de la historia del hip-hop. Nos interesa en este momento una cualidad que el autor destaca: el flow está ampliamente determinado por la métrica de las canciones, la organización de las sílabas y su relación. En los inicios del hip-hop, el uso de la rima para crear efectos rítmicos al rapear no distaba demasiado de la manera como se usaba anteriormente para componer canciones de géneros populares. Run D.M.C. y Kurtis Blow escribían sus letras con una estructura cuadrada, rimando únicamente al final de sus versos. Con el paso del tiempo, las técnicas métricas se fueron volviendo cada vez más sofisticadas. Nas, Tupac Shakur, A Tribe Called Quest y el Wu-Tang Clan empezaron a lograr diferentes efectos en sus canciones usándose de técnicas tradicionalmente asociadas con la literatura como el encabalgamiento, la aliteración y las rimas internas. Esta integración de elementos poéticos al quehacer musical del hip-hop fue fundamental en el proceso de complejización y refinamiento que tuvo el género en los años noventa. El énfasis en la capacidad rítmica del lenguaje comenzó entonces a ser una parte esencial del flow. Poesía y música se vieron aunados una vez más por medio de un género popular.
Poesía y música
Gran parte de la musicalidad del hip-hop está impregnada en las letras de las canciones. Leer en voz alta a Kendick Lamar o a Tyler, The Creator es entrever un asomo de sus piezas completas, comprender de qué manera ellas son sus letras. Es un fenómeno extraordinario, algo que no ocurre ni con el rock en español ni con los villancicos ni con el blues ni con el pop. El ritmo común del verso rimado y regular es, por lo general, extraño a esta noción de flow. Los romances del Cancionero General no se pueden evaluar según esta categoría. Los sonetos shakespearianos tampoco pueden verse desde esta perspectiva para apreciarse adecuadamente. Pero la obra de Dylan Thomas sí. Este proto-MC de los años cuarenta le dio cierto flow a sus poemas por medio de los mismos instrumentos retóricos que los que utilizaron Q-Tip y Mos Def cincuenta años después: encabalgamientos, aliteraciones, rimas internas. Declamar la poesía de Thomas es sentir esa misma conexión entre poesía y música que se puede apreciar en el hip-hop, la musicalidad inherente al ritmo de la palabra hablada.
Haz click aqui para escuchar a Dylan Thomas declamando “Love in the Asylum”
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